El Despegue. Cooperación Sur-Sur
GINEBRA, (IPS).- Una transformación fundamental ha tenido lugar
en la estructura de la economía mundial con los importantes progresos
recientes logrados por los países emergentes del Sur del planeta.
Por Supachai Panitchpakdi (*)
Basta con tener en cuenta las siguientes estadísticas: entre 1990 y
2006 las exportaciones de los países en desarrollo casi se
triplicaron, mientras que las de los países desarrollados crecieron
sólo en un 75%. Del mismo modo, la parte de los países en desarrollo
en las exportaciones mundiales subió del 24% al 37%. Durante el mismo
período, la participación de las inversiones extranjeras directas
(FDI) en los países en desarrollo se duplicó pues pasó del 18% al 36%.
Y lo que es más sorprendente, la cuota-parte de las inversiones
externas de estos países se triplicó, del 5% al 15%.
Como consecuencia de este crecimiento sobre bases amplias hemos visto
también un fenomenal incremento en el comercio Sur-Sur y en los flujos
de inversiones. El comercio Sur-Sur en el 2006 llegó a más de 2
billones de dólares, cifra que comprende el 20% de las exportaciones
mundiales de mercancías y duplica el 10% alcanzado en 1995. Los flujos
de FDI entre países en desarrollo están también aumentando:
totalizaron 60.000 millones de dólares en el período 2004-2005, o el
8% del total de la afluencia mundial de inversiones y el 20% de la
afluencia total a los países en desarrollo.
La expansión sin precedentes del intercambio económico Sur-Sur ha sido
conducida por la demanda. En otras palabras, la cooperación Sur-Sur ha
sido guiada principalmente por factores económicos viables y no por
consideraciones políticas, como había sido el caso en el pasado.
En muchos casos, la demanda comercial Sur-Sur se incrementó pese a la
existencia de tarifas arancelarias relativamente altas. En este
contexto, los acuerdos comerciales regionales (ACR) Sur-Sur pueden ser
un instrumento importante para estimular los flujos comerciales entre
los miembros, particularmente cuando tales acuerdos se aplican a los
llamados “asuntos que trascienden los aranceles”, como las barreras no
tarifarias, el comercio de servicios, facilidades comerciales,
políticas sobre competitividad e inversiones.
Por supuesto, los ACR necesitan ser diseñados e instrumentados de modo
que puedan ayudar en lugar de obstaculizar el sistema de comercio
multilateral encarnado en la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El alcance de la cooperación Sur-Sur va mucho más allá del comercio y
de las inversiones. Hay muchas otras áreas en las cuales la
integración y la cooperación regionales pueden rendir beneficios
significativos. Quizás la necesidad más crucial que la cooperación
Sur-Sur puede ayudar a satisfacer es la de la crear capacidades
productivas en las naciones en desarrollo. Una capacidad productiva
suficiente es un requisito absolutamente decisivo para poder sacar
ventaja de las oportunidades ofrecidas por la globalización y la
liberalización comercial. ¿Para qué sirven las concesiones
arancelarias y un acceso a un mercado exento de impuestos y cuotas si
los países en desarrollo carecen de la infraestructura necesaria para
colocar sus productos en el mercado?
Tanto en el sector agrícola como en el no agrícola la cooperación a
escala regional puede ayudar a distribuir los costos de la
introducción de nuevas técnicas productivas y tecnologías, de la
inversión en innovaciones e investigaciones, del mejoramiento del
manejo empresarial y de la capacitación para el mercadeo y la
promoción de las asociaciones público-privadas.
Los países en desarrollo pueden también cooperar en la creación de
sinergias entre empresas modernas y a gran escala, como las
corporaciones transnacionales, y las empresas locales pequeñas o
medianas para hacer que éstas se inserten eficazmente en las cadenas
globales de valores y actúen como catalizadores para la innovación.
Otras áreas promisorias para la cooperación regional incluyen la
facilitación del comercio y del tránsito, el desarrollo de las
infraestructuras de transporte y los proyectos de inversión en
electricidad, otras fuentes de energía y el suministro de agua. Estas
iniciativas son a menudo demasiado costosas para ser emprendidas por
los países en desarrollo por sí solos, pero pueden ser económicamente
viables si varios países juntan sus recursos, incluso mediante la
participación de países desarrollados como socios en esquemas de
“cooperación triangular”.
El cambio climático es otro serio desafío. Para enfrentar este
problema cada uno y todos los países deben adoptar políticas
ambientales proactivas. Pero para un país en desarrollo hacer tal cosa
por sí solo es virtualmente imposible. Por lo tanto hay necesidad
urgente de una asistencia significativa y previsible por parte de la
comunidad internacional en el desarrollo de capacidades, en la
transferencia de tecnologías y en la aplicación de medidas de
adaptación a la situación. Al mismo tiempo, los países en desarrollo
tienen mucho para ganar de una estrecha colaboración entre ellos. La
cooperación regional puede ayudar a los países en desarrollo a diseñar
soluciones que atiendan a las necesidades y circunstancias específicas
de su región y que al mismo tiempo complementen la acción de los
mecanismos globales pertinentes. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Supachai Panitchpakdi, Secretario General de la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y ex
Director-General de la Organización Mundial del Comercio.