Igualdad de genero. De las Palabras a los Hechos
Por Inés Alberdi (*)
NUEVA YORK, (IPS) .- Las actuales crisis globales –de alimentos, de
combustibles y financieras- han puesto en claro que el paradigma del
desarrollo convencional ya no es más viable. La promoción de la
liberalización del mercado y de la austeridad fiscal como instrumentos
para estimular el crecimiento económico, debe ser revisada.
Los acuerdos internacionales, comenzando con los Objetivos de
Desarrollo del Milenio (ODM), han respaldado políticas que van más
allá del mero crecimiento económico pues tienen como meta un
desarrollo justo y sostenible. El Consenso de Monterrey, por ejemplo,
señaló que la financiación de un desarrollo sensible y centrado en la
gente es esencial para responder a los desafíos de la globalización.
En ese contexto, se destaca que la inversión en la igualdad entre los
géneros tiene un efecto multiplicador en la productividad y que el
incremento de las opciones económicas de las mujeres es fundamental
para alcanzar los ODM.
El año pasado, durante la revisión de la aplicación del Consenso de
Monterrey sobre la Financiación del Desarrollo, los estados
integrantes de la ONU han subrayado la necesidad de abordar la calidad
del desarrollo y la importancia de enfrentar las desigualdades. El
informe del Secretario General de la ONU afirma que “existe una
extendida opinión acerca de la necesidad de una mejor comprensión del
papel de la mujer en el desarrollo, yendo más allá de sus funciones
como cuidadora de niños, incapacitados o enfermos y como trabajadora.
Las políticas macroeconómicas deberían ser más coherentes con otras
políticas para lograr la igualdad de género”.
Entre el 29 de noviembre y el 2 de diciembre tendrá lugar en Doha una
Conferencia que aprobará el documento final sobre la Financiación del
Desarrollo. El borrador del documento final reconoce estos vínculos e
identifica la igualdad de género como un desafío clave para el
desarrollo, junto con los del cambio climático y las crisis de
alimentos y de energía.
Es de vital importancia que el documento final de Doha contenga
referencias a los vínculos estructurales entre las políticas
macroeconómicas y la igualdad de género. Los lazos entre la igualdad
de género y el desarrollo deberían también ser señalados dentro de las
secciones específicas de la agenda de la financiación para el desarrollo.
Todo esto sirve para expandir las oportunidades para las mujeres y
para reducir los riesgos a los cuales ellas están a menudo expuestas,
incluyendo la pérdida del trabajo y de ingresos y el acceso limitado a
los bienes y servicios públicos.
Entre las consecuencias negativas de las políticas de ajuste fiscal
tienen particular relieve el estancamiento de las oportunidades de
empleo y la reducción de gastos en servicios públicos y en protección
social. Esas medidas obligan a las mujeres a tomar responsabilidades
adicionales en cuanto a la asistencia de su familia, lo que limita sus
opciones en la obtención de empleos y en actividades empresariales.
Las políticas económicas deben extender las opciones de las mujeres en
el mercado laboral y mejorar su acceso a los bienes financieros y
productivos. Son necesarios también esfuerzos particulares para
sostener al gran número de mujeres que desempeñan trabajos
informales, incluyendo el comercio a través de las fronteras, y
mejorar las opciones para los pequeños agricultores, la mayoría de los
cuales, en muchos países, son mujeres.
Las políticas impositivas también deben ser revisadas. Los impuestos a
las empresas son excesivamente bajos en muchos países, debido a la
adopción de exenciones fiscales para atraer inversiones extranjeras
que se han demostrado ineficaces en muchos casos, especialmente en
África. En cambio, muchos países pobres han recurrido a los impuestos
indirectos, los que terminan por caer pesadamente sobre los pobres y
las mujeres, como consumidores que son de bienes y servicios básicos.
En cuanto a los recursos externos, no es aceptable que el Consenso de
Monterrey declare que la liberalización del comercio y de las
inversiones incrementan la inversión directa externa y conducen al
crecimiento económico y al desarrollo social. En la práctica, la
inversión extranjera se ha concentrado en un número relativamente
pequeño de países. La liberalización del comercio ha traído escasas
ganancias y ha puesto en peligro seriamente la seguridad alimentaria
en muchos países en desarrollo donde las mujeres son las principales
productoras, así como suministradoras, de seguridad alimentaria.
En el cierre de la 52ª. Sesión de la Comisión sobre el Estatus de la
Mujer celebrada en marzo último, los gobiernos estuvieron de acuerdo
en que alcanzar la igualdad de género requiere una redistribución de
los recursos existentes y una enorme inyección de fondos adicionales,
tanto de fuentes internas como externas. Cuando los líderes mundiales
se reúnan en Doha, es urgente que encuentren vías para avanzar en esta
agenda. Es ahora ampliamente reconocido que la atribución de poder a
las mujeres y la igualdad de género son conductores clave de políticas
para crear seguridad alimentaria, reducir la pobreza, salvaguardar el
ambiente y realzar la eficacia del desarrollo. Las mujeres son también
importantes agentes de desarrollo económico y necesitamos políticas
que reconozcan tanto esta realidad como que apoyen activamente –y
financien- la igualdad de género. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) Inés Alberdi, Directora Ejecutiva del Fondo de Desarrollo de las
Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM).