Una Muralla de Silencio Oculta a la Violencia Sexual
Por Nicole Kidman (*)
LOS ANGELES, (IPS) .- Una de cada tres mujeres puede sufrir abusos y
violencia en su vida. Ésta es una espantosa y extendida violación de los
derechos humanos que lamentablemente sigue siendo una de las invisibles
pandemias de nuestro tiempo. La realidad es que por el simple hecho de ser
mujer o niña se corren peligros. Igualmente triste es que mucha gente -desde
ciudadanos comunes hasta gobernantes- piensan que la violencia contra las
mujeres es inevitable.
Necesitamos cambiar esta mentalidad. Es crucial que la violencia contra las
mujeres sea reconocida como una violación de los derechos humanos y se actúe
legalmente contra ella. Ya sea maltrato doméstico o en situaciones de
guerra, o de prácticas tales como la mutilación genital femenina o el
matrimonio forzado de niños, la violencia contra las mujeres es un crimen
que -ocurra donde ocurra- debe ser enfrentado con la fuerza de la ley.
Yo fui designada Embajadora de Buena Voluntad del Fondo de Desarrollo para
las Mujeres de las Naciones Unidas (UNIFEM) para amplificar las voces de las
mujeres y niñas que han sido sometidas a violencia o abusos. En muchos
países las mujeres están organizándose y exigiendo responsabilidad y acción
a las autoridades.
Terminar con la violencia contra las mujeres es una cuestión de todos. Por
eso, el 25 de noviembre del año pasado, con motivo del Día Internacional
para Eliminar la Violencia contra las Mujeres, UNIFEM lanzó una campaña vía
Internet con la consigna “Decir NO a la violencia contra las mujeres” para
pedir la adhesión a un cada vez más importante movimiento de defensa de los
derechos femeninos.
Ahora, casi un año después, cientos de miles de personas de todo el mundo se
han sumado a la campaña. Más de 200 organizaciones también se han unido y
presidentes y ministros en representación de más de 50 países se
comprometieron públicamente a hacer cumplir la consigna de NO a la violencia
contra la mujeres.
Durante un reciente viaje a Nueva York, me reuní con dos heroínas: Nujood
Ali, una niña de 10 años de Yemen que escapó de un matrimonio forzado, y su
abogada, Shada Nasser. Después de sufrir repetidas golpizas y violaciones,
Nujood que había sido obligada a casarse a los nueve años- escapó y se
presentó con su abogada ante un tribunal. A diferencia de decenas de miles
de niñas que sufren en silencio la práctica del matrimonio infantil forzado,
el coraje de Nujood se unió a la valentía de Shada. Su caso hizo historia en
abril pasado cuando Nujood obtuvo no sólo el divorcio sino también una
victoria a favor de los derechos de las mujeres y niñas del mundo. Nujood
está concurriendo ahora de nuevo a la escuela y cuando se le pregunta acerca
de sus planes dice: “…quiero ser una abogada”.
En otra oportunidad en Kosovo escuché contar sus padecimientos a muchas
mujeres que, atrapadas en medio de ese conflicto, habían sufrido brutales
violencias sexuales de parte de soldados. Narraciones similares a las suyas
bien podrían figurar hoy en día en los titulares de los medios de prensa. La
violencia sexual es un arma de guerra, un instrumento del terror que hace
añicos las vidas de mujeres y de hombres, fractura las comunidades y fuerza
a las mujeres a huir de sus hogares. No obstante, desde siempre la violencia
sexual en tiempos de guerra es objeto de uno de los mayores silencios de la
historia.
Sin embargo, el 20 de junio de 2008, el Consejo de Seguridad de la ONU
reaccionó ante el silencio largamente acumulado y por unanimidad adoptó la
resolución 1820, que explícitamente reconoce que no puede haber paz ni
seguridad en tanto las comunidades vivan bajo la amenaza del terror sexual.
La resolución exhorta a todos los implicados en conflictos a proteger a
mujeres y niñas contra los ataques dirigidos específicamente contra ellas.
Ahora es claro que poner fin a la violencia contra las mujeres está
realmente convirtiéndose en una alta prioridad para gobiernos e
instituciones de la importancia de las Naciones Unidas.
Sabemos que el fortalecimiento de la voluntad política y el aumento de los
recursos son esenciales para combatir la pandemia de la violencia contra las
mujeres. UNIFEM, junto con el Secretario General de la ONU, llama a prestar
el más amplio apoyo al Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para poner
Fin a la Violencia contra las Mujeres, que proporciona recursos a
organizaciones locales de países en desarrollo. Los miembros del Fondo han
trabajado para prevenir el tráfico de mujeres en Ucrania, asistieron a las
sobrevivientes de violencia doméstica en Haití y ayudaron a aprobar una
nueva ley sobre las violaciones en Liberia, un país desgarrado por la guerra.
Estos ejemplos prueban que si se dispone de recursos es posible obtener
resultados: se pueden implementar políticas específicas, proveer asistencia
y entrenar las fuerzas policiales y el personal judicial. Por ello, en este
25 de noviembre, alentamos a los gobiernos a cumplir con sus compromisos e
instamos a todos los ciudadanos a redoblar sus esfuerzos para oponerse a la
violencia contra las mujeres en sus comunidades, ya que toda mujer tiene
derecho a una vida libre de violencia. (FIN/COPYRIGHT IPS)
(*) La actriz Nicole Kidman es Embajadora de Buena Voluntad del Fondo de
Desarrollo para las Mujeres de las Naciones Unidas (UNIFEM).