Musulmanas entre la disuasión y el sacudón
Por Aisha Gawad*
NUEVA YORK, (IPS) .- Las musulmanas pueden
predicar en una mezquita, pero aisladas de los
hombres. Dentro de la comunidad islámica de
Estados Unidos, algunas aspiran a cambiar esa
tradición, pero discrepan sobre la forma: disuasión o sacudón.
Sara Elghobashy y unas amigas buscan en Nueva
York una mezquita donde recitar los versos del Corán, libro sagrado del
Islam.
"Podríamos ir a Medina", dice una, sugiriendo
una mezquita en le cercano barrio neoyorquino de
East Village. "No vamos a Medina, no les gustan
las mujeres allí", dice Elghobashy y lanza una carcajada.
Las demás callan, porque saben que se refiere
a ser tratadas como a ciudadanas de segunda. Ella
detesta la costumbre, la encuentra absurda y
deprimente, pero al mismo tiempo la impulsa a actuar.
Elghobashy quiere terminar con lo que llama
el club de varones del Islam. También pretende
encabezar congregaciones de hombres y mujeres, lo
que no es nada común en el mundo islámico. Las
mezquitas les reservan espacios considerados de
menor rango. Además las que logran ocupar cargos
religiosos altos sólo dirigen grupos femeninos.
Ella quiere ser una erudita islámica
certificada, una jequesa, pero la empresa supone
un enorme desafío. Tiene previsto dedicarse un
año a memorizar los 114 capítulos del Corán
cuando salga de la Universidad de Nueva York.
Recitar el Corán correctamente es un arte que
implica respetar la rima y el ritmo, así como la
entonación y la pronunciación. Sólo cuando lo
haya dominado podrá unirse a los ulemas, los doctores de la religión
musulmana.
El lugar más prestigioso para estudiar es la
Universidad Al-Azhar en El Cairo, la más vieja
del mundo y especializada en teología islámica.
Elghobashy pasó la primera prueba de
admisión, pero no todo es alegría. Al-Azhar
acepta mujeres desde los años 70, pero reciben
clases en aulas separadas. La calidad de sus
profesores y programas es notoriamente inferior.
La universidad es un modelo de la ortodoxia
islámica y un lugar donde se aprecia y protege la
tradición, precisamente lo que Elghobashy quiere
cambiar. En especial las que conceden autoridad religiosa sólo a los
hombres.
Las musulmanas han predicado, publicado sus
propias interpretaciones del Corán y emitido
fatwas (edictos) y otros dictámenes religiosos.
Pero rara vez infunden tanto respeto como sus pares varones.
La escritora y periodista indo-estadounidense
Asra Nomani señala que "la inequidad de género
está en el centro de las funciones" dentro de una mezquita.
Tradicionalmente, "las mujeres no pueden
ubicarse en el frente de la mezquita ni predicar
ni hablar en nombre de la comunidad", añade
Nomani, quien encabeza un polémico movimiento
feminista que llama "yihad de género", en alusión
a la llamada "guerra santa" islámica.
Nomani y sus compañeras organizaron plegarias
mixtas, encabezadas por mujeres imán, que
escandalizaron a la comunidad musulmana.
Son pocas las que predican a grupos mixtos.
En Estados Unidos, las organizaciones musulmanas
suelen dejar que las mujeres estén al frente. La
Sociedad Islámica de América del Norte (ISNA, por
sus siglas en inglés), la mayor organización
islámica de la región, eligió a su primera presidenta en 2006.
Pero son más raros los casos de
congregaciones mixtas, encabezadas por una mujer.
De hecho, parecen volverse cada vez más conservadoras.
Las mujeres rezan en espacios separados, a
veces hasta sin poder ver al imán, en 66 por
ciento de las mezquitas sondeadas para un estudio
realizado por el Consejo de Relaciones
Islámico-Estadounidenses (CAIR, por sus siglas en
inglés) en 2001. La cantidad superó al 54 por ciento registrado en 1994.
Además, en 31 por ciento de los templos
estudiados, ellas no pueden ocupar cargos ejecutivos.
Pero el problema no son sólo los hombres,
según numerosas activistas, sino que las mujeres no defienden su propia
causa.
"Ellas deben decir ‘somos cultas y tenemos un
derecho y una responsabilidad hacia nuestra
comunidad de compartir el conocimiento’", señala
Mohammad Elsanousi, director de comunicaciones
del ISNA. "Tienen que presentarse y ayudar a
educar a los hombres en ese error cultural".
Algunas como Nomani y Elghobashy trabajan en
ese sentido, pero no están de acuerdo en cómo quebrar el club masculino.
Nomani se inclina por sacudir a la
colectividad musulmana para lograr un cambio.
La periodista decidió rezar en el vestíbulo
reservado a los hombres en la mezquita de su
localidad de Morgantown, en Virginia Occidental,
lo que desató un enconado debate en la comunidad.
El hecho fue considerado tan provocativo como
cuando la activista estadounidense por los
derechos civiles Rosa Parks decidió sentarse en
la parte delantera de un autobús.
Las autoridades del templo trataron de
impedírselo, pero sólo lograron incitarla a
seguir adelante. En el marco de su campaña
"Libertad para las Musulmanas", lanzada poco
después del hecho, recorre las mezquitas de Estados Unidos.
"Sirven las imágenes y los ataques que
sacuden porque motivan el cambio", arguyó Nomani.
"Tenemos que molestar al status quo porque ya
esperamos demasiado. Las ondas expansivas son
buenas porque no pueden ayudar a proyectarnos hacia el siglo XXI".
En cambio, Elghobashy apunta más a un enfoque
de género porque "mucha más personas se sentirán
inclinadas a compartir tu posición y podrás
llegar a más personas si no te aíslas del resto de la comunidad", explicó.
La erudita Duha Abd El-Hakin, quien se formó
en Al-Azhar, no quedó contenta con su
experiencia. Se sintió obligada a buscar el
conocimiento tradicional islámico de otras formas.
"En El Cairo me costó encontrar tutores
dispuestos a trabajar conmigo porque no querían
estar solos con una mujer", señaló. Se unió a un
grupo de estudio en la casa de un jeque, pero las
estudiantes debían quedarse en una habitación
separada desde la que no lo veían y apenas podían escucharlo.
Pero tampoco comparte el enfoque de Nomani.
Parece "una adolescente que se revela con sus
padres", señaló. Los cambios deben ser razonables
y equilibrados, sostuvo, porque hay que mantener
el contacto con todas las organizaciones musulmanas que existen.
Pero para Nomani esa postura es ingenua. "Ve
a Al-Azhar y volverás al punto de partida,
predicar frente a un grupo de mujeres en un
pequeño cúbiculo" aislado de la mezquita, arguyó.
"Cuando vives lo suficiente, te das cuenta de
que debes trabajar desde afuera. ¿Qué persona con
poder querrá entregarlo?", se preguntó.
* Especial para IPS de NYU Livewire
(FIN/IPS/traen-vf/ks/na cr wo md cs fe/09)