Tiempo de rezar, no de jugar
DAMASCO, (IPS) .- En la lucha cotidiana por la
supervivencia, Iraq perdió, entre tantas otras
cosas, su tradición deportiva. Algunos de sus
mejores futbolistas son hoy refugiados en el exterior.
Por Maki al-Nazzal and Dahr Jamail*
"Nadie parece preocuparse por nosotros", dijo
a IPS Ali Rubai’i, de 20 años de edad, quien,
como muchos otros jóvenes iraquíes, huyó con su familia hacia Siria.
Ali fue a lo largo de su vida testigo de tres
guerras, 13 años de asfixiantes sanciones
económicas y, desde 2003, de cinco años de
ocupación militar tras la invasión conducida por Estados Unidos.
A pesar de todo, este joven futbolista logró
mantenerse en contacto con el deporte. Para muchos, se trata de un lujo.
"Era uno de los mejores jugadores en la
selección provincial de Anbar. Mi director
técnico esperaba un futuro brillante para mí",
comentó a IPS en Damasco Ayid Humood, quien vivía
en Ramadi, 100 kilómetros al oeste de Bagdad.
"Me esforcé para continuar con mi
entrenamiento, al tiempo que trabajaba como
obrero de la construcción. Pero debí dejar de
jugar porque el trabajo es lo que aseguraba la
supervivencia de mi familia", agregó.
Un miembro del Comité Olímpico Iraquí, que
aún vive en Bagdad y pidió no revelar su nombre,
dijo por teléfono a IPS que "a pesar de la guerra
con Irán de 1980-1988 y de las posteriores
sanciones de la Organización de las Naciones
Unidas, hubo algún grado de apoyo para el deporte y los jóvenes".
Iraq, agregó, "produjo muchos equipos
olímpicos y estrellas deportivas a causa del
sistema organizado que se creó en los primeros
tiempos del Estado iraquí". Pero la situación
empeoró con las sanciones económicas y, mucho
más, luego de la ocupación, a partir de 2003.
"La mayoría de nuestros estadios y campos de
juego se convirtieron en bases militares
estadounidenses y del ejército iraquí", comentó a
IPS Waleed Khalid, del Club Deportivo Ramadi,
quien huyó a Damasco con su familia.
"Nuestro estadio es ahora un cuartel de
Estados Unidos y no podemos jugar partidos
oficiales. Gradualmente dejamos de entrenarnos, a
causa del caos que causan las operaciones
militares estadounidenses en la ciudad", agregó.
"No creo que haya algún futuro para ningún jugador de Ramadi", se
lamentó.
El estadio de Faluya quedó convertido en un
cementerio durante el devastador sitio de las
fuerzas estadounidenses a la ciudad, en abril de
2004, cuando los habitantes no encontraban otro
lugar para enterrar a sus muertos.
Según médicos del hospital general de la
ciudad, entrevistados por IPS luego del sitio,
736 personas murieron, más de 60 por ciento de
ellas civiles. Ahora el estadio es conocido como
el Cementerio de los Mártires de Faluya.
El estadio Al-Sumood fue cerrado para
albergar en ese espacio un hospital privado, otro público y un mercado.
"Un país liderado por religiosos que piensan
que el deporte es algo prohibido nunca realizará
ningún avance", dijo a IPS un ex profesor de
estas disciplinas en una escuela secundaria de
Bagdad, también exiliado en Siria.
"Todas nuestras estrellas deportivas están
ahora en el exterior, tratando de asegurarse un
futuro. Equipos de fútbol de Emiratos Árabes
Unidos, Irán, Jordania y Qatar han contratado a
los mejores jugadores y técnicos, mientras que la
mayoría de los clubes iraquíes no pueden pagar ni
el escaso salario a sus integrantes", agregó.
Muchos líderes religiosos iraquíes ahora
prohíben los deportes e incluso usar pantalones cortos.
El Club al-Karkh, de la zona occidental de
Bagdad, fue cerrado cuando a principios de 2006
miembros de las milicias comenzaron a asesinar a
todos los hombres jóvenes que podían encontrar.
"Vine a Siria para encontrar la oportunidad
de jugar en algún equipo, luego del cierre de mi
club", comentó Huthayfa, ex jugador del Al-Karkh.
"Ahora dejé de lado todas las esperanzas de tener algún futuro en el
fútbol."
Pero no todos las han abandonado. Las
autoridades sirias han reservado el estadio
Al-Nidhal para que cientos de jóvenes iraquíes vayan a jugar allí.
"Los hermanos sirios han sido muy generosos
al darnos un lugar tan bueno", dijo Ibrahim
Mahmood. "Pero nuestro problema va mucho más allá
de encontrar un sitio para practicar. Necesitamos
construir nuestro futuro como jugadores de fútbol
y eso requiere enormes recursos y apoyo internacional", agregó.
(FIN/IPS/traen-jsp-mj/dj/ss/mm cr ip ik pr mi/08)